¿Cuántos quebraderos de cabeza has tenido buscando un lugar que ofrezcan productos sin gluten con sabor? No te comas más el coco y tómate algo más bueno. Aquí te dejo algunos nombres para abrir boca:
INFARINA (calle Alcalá de Guadaira)
Un negocio creado por una valiente italiana que se ha asentado en Cádiz. No sólo podemos encontrar una gran variedad de pizzas sin gluten, también pasta y platos del día. Personalmente he perdido la cuenta de las veces he venido a comer.
CONFITERÍA EL PÓPULO (calle Pelota)
Uno de los negocios más antiguos de la ciudad. Tiene una gran variedad de productos sin gluten como por ejemplo, yemas de huevo, bolitas de coco, trufas, sultanas de coco y mi favorita, la tarta de Santiago. Todo casero, todo riquísimo.
PANADERÍA HORNO 13 (Mercado Central)
Pan recién hecho, que sabe a pan real, sin conservantes, sin trampas, sin ser de esos envasados de supermercado que te quitan las ganas de hacerte un bocadillo o una tostada. Un horno artesanal de productos con amor.
LAS NIÑAS VEGANAS (Mercado Central)
Platos sin gluten y también veganos. Aquí sirven unas tapitas muy originales, cocinadas al momento. Como la mayoría de negocios de los que hablamos, es un negocio pequeño y local, regentado por gaditanas con ganas de comerse el mundo de una manera sostenible.
CERVECERÍA DEL MERCADO (Mercado Central)
Tanto comer, tanto comer… habrá que bajarlo con algo. Tómate unas cervecitas. En este puesto tendrás dónde elegir.
SANTA CATRINA ( calle Enrique de las Marinas)
Restaurante mexicano que cuenta con una gran variedad de opciones sin gluten. Allí puedes comer la gran mayoría de sus tacos que son 100% auténticos y cocinados al momento, una delicia vamos. Recuerda siempre mirar la carta para ver los alérgenos, opciones hay de sobra.
PAN DE LIMÓN (calle José del Toro)
Cafetería para merendar lo que desees. Pan, tartas caseras, pasteles y otras combinaciones que te harán volver.
Estos negocios son sólo un ejemplo de la cantidad de opciones que tienes si quieres comer en la ciudad de Cádiz y tienes celiaquía. Afortunadamente cada vez más locales son conscientes de la necesidad de ofertar sus productos teniendo en cuenta intolerancias, alergias y formas de vida. Porque comer es un derecho y un placer para todo el mundo.